lunes, 31 de mayo de 2010

La batalla más encarnizada
de la Segunda Guerra Mundial



En diciembre de 1941 Brisbane, una ciudad australiana de provincias de lo más anodino, estaba viviendo el acontecimiento más emocionante desde su fundación: un pánico de invasión. Si los japoneses no podían ser detenidos en Malasia, Indonesia o islas adyacentes –y el resultado hasta el momento de esos partidos parecía indicar que estaba crudo que fueran a serlo–, Australia podía convertirse, muy fácilmente, en la primera isla de cierto tamaño habitada por anglosajones en ser invadida desde los tiempos de la bayoneta de cubo.